Soy la hija menor, café con leche, de una familia ensamblada. Siempre me defino con esa frase, que puede resumir un poco el embrollo en mi cabeza. Café con leche porque papá viene de una familia partidaria de la circuncisión, y mamá del agua bendita y la cruz en la frente. Ninguno es practicante, aunque cada tanto vamos al servicio por el Día del Perdón y tengo mi Estrella de David en oro que me regaló mi abuelo al nacer; también tengo varios rosarios desde piedra hasta plástico, y fuí a misa en la Iglesia de San Nicolás de Bari cuando murió Juan Pablo II. Lo primero es más por la tradición y las ganas de acompañar a papá, lo último sospecho que lo hice máspor el evento socio-histórico y quise ser parte de alguna manera.
Mis padres se pusieron de acuerdo en una cosa, que fue no obligarme a profesar ninguna religión en particular. Por eso, y porque papá es un fanático de la historia y le gusta desmitificar, crecí creyendo que las religiones son empresas que lucran con los milagros de un tipo inodoro, incoloro e insípido, en caso de que exista. Lo bueno, además de ahorrarme diezmos, es que creé mi propia moral. De ahí a que esté firme, te cuento dentro de un par de años, pero lo cierto es que no me gusta que me digan que un tipo, al que no veo ni escucho, prefiere que yo me maneje de tal manera. Una vez un vecino me dijo "y pero de dónde crees que venís?" y yo le dije que de mis viejos (y dejémoslo ahí porque no es algo en lo que quiera pensar demasiado, gracias).
De todas formas, muchas veces sufro la ausencia de fe, que creo que es algo distinto a la religión. En momentos de profundo miedo (desde la turbulencia del avión hasta la muerte del ser querido) no se bien a quién o a qué acudir, y eso me genera mucha angustia, pero creo que también puede ayuadarme a fortalecerme (o a perecer en el intento).
Desde los 3 años viví con mi abuela materna Memé, que me hacía rezar en francés todas las noches antes de dormir, porque sólo así sabía hacerlo ella. Ya no recuerdo el rezo completo, pero le hablaba al "Petit Jesus", y le prometía que "je ne pecherai plus" ("no pecaré más", era culpable antes de demostrar lo contrario; y después nos quejamos de la justicia de faltas, ahí tenés!). Cuando fui creciendo me fui alejando de esta tradición, principalmente por no querer comulgar con la iglesia católica.
Con el tiempo, compré libros como "El Anticristo", que nunca llegué a leer porque presté a no-se-quién y no volvió. Su solo título escanzalizaba a mi abuela. Me gustaba un poco eso, la rebeldía; ahora que ella ya no está, pienso que no era necesario hacerla sufrir con esas cosas, pero yo sentía que así formaba mi personalidad mas marcadamente.
En general, me parece que acá puede haber una herramienta más para endulzar el proceso de felicidad. Mi idea en general es que, mientras no jodas a los demás, ni me jodás a mi, todo bien, haz lo que te plazca. Así que por favor señores evangelistas, cristianos, y otros bueyes (no quiero ofender, sólo no entiendo las diferencias!), por favor, dejen de tocarme el timbre los sábados.