martes, 26 de agosto de 2014

Me perdí en mí


Alguna vez sentiste que viniste al mundo para algo más? Que el trabajo la casa el auto y el perro no son lo tuyo? También sentiste que de alguna manera, ojalá eso fuera para vos, porque sería más fácil, es para lo que la sociedad te va formando: la primaria, la secundaria, la universidad, siempre si es posible públicos y cerca de casa, con un nivel aceptable. Terminar el circuito educativo para insertarte en el laboral, jornada de 8 a 9 horas dentro de una oficina, con computadora, una silla ergonómica y escritorio, salario fijo en blanco, obra social y aportes jubilatorios. Viajar ida y vuelta a casa, la cantidad de horas depende (en mi caso han sido hasta 4, sé que hay quienes la pasan mucho peor y por menos), si te podés dar el lujo pasar por este proceso escuchando la radio como para sentir que intercambiás ideas con alguien, y mejor todavía si tenés espacio físico leyendo algún libro, lo más novelezco posible como para vivir esa realidad por un ratito y, por qué no, estimular la imaginación. Hay los cuales pueden combinar esto con independencia y estudio, sepan que atraen mi admiración; también me han dicho que todos podemos, sólo hay que necesitar hacerlo, siempre con alguna motivación vertebral guiando el olfato.
Yo intenté ese camino, y la verdad es que venía bien: buen colegio público, bilingüe, tanto primaria como secundaria 15 cuadras a pié; universidad nacional y popular, a 30 min. en transporte público, con un lindo campus, buenos compañeros, excelente promedio, becas, congresos, viajes, etc… tuve el trabajo, y viajé las horas y estudié también y dormí poco y estrujé los fines de semana como más pude, me peleaba entre dormir mil horas y ver a mi gente y hacer cosas que me resultaran estimulantes y sobre todo, ver el mundo y ver el Sol…el Sol… Hasta que un día miré a mi alrededor y me pregunté, honestamente ¿Qué estoy haciendo? ¿A dónde quiero llegar? De alguna manera, en mis 17 años estudiando sin parar, no archivé esa respuesta en las estanterías de mi mente. Y no voy a contar la parte linda (que no puedo contar porque aún no llega), sino más bien es un momento muy oscuro, en el que una pregunta, una simple pregunta, da lugar una a una a mil preguntas más, desde lo más simple hasta lo más existencial. Y me sentí sola, muy sola. Es interesante el concepto de poder estar rodeado de gente y posibilidades y sentirse solo y desamparado. De a poco me cuestioné toda mi vida, mis acciones y omisiones, mis vínculos, mis saberes, mis capacidades, incluso llegué a cuestionar mis propios cuestionamientos. Y me enredé, y me perdí. Me perdí en mí.
Y con esto puedo volver a la pregunta inicial. Entiendo que lo que estoy buscando es ese camino, en el que me encuentre con eso especial para lo que estoy acá. Y no me refiero a destinos divinos ni fantabulásticos, sino el mío, bien mío, que sea genial sólo por el hecho de ser mío. La cuestión ahora es elegir, la paleta llena de colores y elegir, ser responsable de esa decisión, ser felíz sea cual sea esa elección, porque todos los caminos de la vida tienen alguna sorpresa para darnos, y el secreto está en darles nosotros nuestro toque propio.

La cagada, la profunda cagada,  es que hay que laburar…



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