jueves, 3 de mayo de 2012

Que el mundo me conozca

"La fiesta había durado más de la cuenta; cansado de las voces demasiado animadas y del alcohol demasiado abundante, pensando en lo agradable que sería estar solo, pensando en escapar por un rato de las sonrisas que te clavan contra el piano o de las preguntas que te dejan retorciéndote en una silla, salí a mirar el océano.
Ahí había, tal como se ve en los avisos publicitarios, una ondulación densa y oscura y, a lo lejos, las luces de un barco demorado que se movía con lentitud hacia el sur. Me quedé mirando el agua como si fuese una frontera mientras, detrás de mi, en la habitación iluminada, con un bar de bambú y muebles de bambú, las voces de esas personas que no eran exactamente desconocidas ni exactamente amigas seguían detallando triunfos o contando chistes. No valía la pena que me quedara, cansado como estaba y con la miesta muriéndose; no valía la pena que me fuera, sin nada en casa salvo cuatro paredes"

Extracto de Que el mundo me conozca, de Alfred Hayes.

Sabés qué? Mientras lo transcribía me di cuenta que me recuerda más a mi que a vos, y ahí noté la fina linea que nos diferencia: vos lo tenés claro, yo todavía me resisto.


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